A priori, las sillas con reposabrazos son las más recomendadas cuando vamos a pasar muchas horas sentados, porque ofrecen un apoyo extra y descanso para los hombros en el momento en el que no estés apoyando brazos y muñecas sobre el escritorio, ya sea escribiendo o tecleando en el ordenador pero, ¿cuán cierto es esto?
Las sillas sin reposabrazos son menos ergonómicas, ya que no proporcionan un lugar dedicado a descansar los brazos. Sin embargo, una silla sin reposabrazos tiene múltiples usos que la hacen la indicada para diferentes escenarios.
Al no contar con los reposabrazos, esta silla tiene unas dimensiones normalmente menores, por lo que es ideal para espacios pequeños, permitiendo añadir un número mayor de asientos y facilitando mayor libertad de movimientos en el espacio de trabajo.
Por otro lado, para lugares en los que no hay que pasar mucho tiempo sentados, como por ejemplo salas de espera o salas de reuniones, es más recomendable optar por sillas sin reposabrazos.
La gran ventaja que ofrecen en estos casos es que, al eliminar la barrera física de los reposabrazos, se permite mantener una comunicación más cercana y natural. Asimismo, para puestos de trabajo muy dinámicos como por ejemplo puestos de seguridad o de atención sanitaria, donde el personal suele levantarse de forma abrupta para intervenir con la mayor inmediatez posible, una silla sin reposabrazos es la más indicada.
Otra característica de las sillas sin reposabrazos es su polivalencia. No hay dos estancias ni dos tareas idénticas, por eso, con sillas como las de la colección Noom 50 consigues un mueble que se adapta a cualquier estancia de la oficina y el hogar. En casa puede ser la elección perfecta para el salón, comedor, cocina, para la zona de trabajo o para espacio de juegos, garantizando siempre la máxima eficiencia y confort para las personas.